Evocándonos a un sinfín de obras de arte (El Bosco, Durero, etc.) “Stultifera Navis” es también el nombre de un libro muy leído durante el Renacimiento. En La nave de los locos (traducción del latín) no es el autor quien habla, sino la Locura misma, que se decide a hacer su propio panegírico satirizando las costumbres de la época.
Michel Foucault le dedica el capítulo primero de su Historia de la locura en la época clásica. Considera que de todos los navíos novelescos o satíricos, “el Narrenschiff [en alemán] es el único que ha tenido una existencia real, ya que sí existieron estos barcos que transportaban de una ciudad a otra sus cargamentos de insensatos.”
Foucault cree posible que estas naves de locos hayan sido navíos de peregrinación, embarcaciones altamente simbólicas, que conducían locos en busca de razón . Para el filósofo francés el curioso sentido que posee la navegación de los locos y que le otorga, sin duda, su prestigio radica en que:
“Por una parte, prácticamente posee una eficacia indiscutible; confiar el loco a los marineros es evitar, seguramente, que el insensato merodee indefinidamente bajo los muros de la ciudad, asegurarse de que irá lejos y volverlo prisionero de su misma partida… Hacia el otro mundo es adonde parte el loco en su loca barquilla; es del otro mundo de donde viene cuando desembarca. La navegación del loco es, a la vez, distribución rigurosa y tránsito absoluto” . Así, como los marineros de antaño, hoy en día es la medicina y los avances científicos los que guían a este barco, haciéndonos prisioneras de los fármacos establecidos y normados por ellos y por el mundo contemporáneo en donde la veracidad se com-prueba.
Distribución rigurosa y tránsito absoluto; ambos, la búsqueda compulsiva de un orden y el caos implícito en toda transición (el cambio implica un momento de desorganización/desorden) están presente tanto en el viaje de nuestras vidas (retratadas en nuestro arte y nuestras historias clínicas). Al igual que en el viaje, en la muestra que nos convoca, Stultifera Navis, el espectador se iniciará como un observador, pero, al final de su camino –en la misma galería– participará e interactuará con nuestra "obra" o la de nuestro alter-ego, el terapeuta.
Stultífera Navis está dividida en dos partes: In Situ e In Vitro. Definimos In Situ como el sector “abierto”, indómito, salvaje, incontrolado, peligroso, amenazante. Un lugar que es re-contextualizado por el observador-espectador para servirle de visión vívida de la experiencia del espécimen, ad naturalis, pero que, a manera de laboratorio, sólo podrá mirar desde fuera, ya que la particularidad de este sector es que el artista será libre sólo en el medio parametrado y definido por el “terapeuta” (el espectador se limita a ser tan sólo eso, quien observa, no participa). El terapeuta es el alter-ego/fusión de Paola Torres y Rossana Mercado, quien controlará toda la muestra con excepción de los pequeños reductos en donde la expresividad del artista/paciente fluye sin control: las obras de arte.
Por otro lado, aplicaremos el término In Vitro para designar un espacio controlado, medido, cuantificado, cualificado, cifrado, experimental. Aquí es donde el científico controla los parámetros de interacción, de acción, etc. El observador no es tan sólo espectador, sino es espécimen (acotando al carácter humorístico de la muestra). Se convierte en partícipe; ya no mira solamente, sino que es directamente afectado por los objetos/espacios dentro de los cuales se le incluye. Partiendo del método inductivo notaremos como se diferencian las estrategias de vida de acuerdo a los caracteres y eventos en cada locación, es decir, buscamos explícitamente la reacción del público para nuestra propia “investigación”.
También siendo un relato autobiográfico de cuatro artistas/pacientes/especimenes que siempre han creado en base a sus propias experiencias y a sus percepciones, asumiéndose en lo particular de su visión, es confesional; un testimonio en donde son conscientes de la subjetividad inherente en cada una de sus obras y de que, al crear, son movidos por la necesidad de hacerlo. Ya sea como escape al pintarse una realidad alterna, como método de expresión, como huella de algún evento significativo en nuestras vidas…
Cada uno de nosotros podría dar una razón diferente sobre por qué tenemos que crear, pero estaríamos de acuerdo en que la motivación en sí es más instintiva que racional/analítica. Compartir esta necesidad que recubre al conflicto con compulsiones, las que aparecen en cada uno de nuestros diagnósticos psicopatológicos y nuestras obras, es de donde nace la idea de exponernos mientras nos exponemos a ser sujetos de estudio, en una suerte de venganza. El espectador/investigador entraría a nuestro “tubo de ensayo” que se convertiría en la jaula traslúcida que nosotros colocamos para poder observarlos.
¿Es la locura un estado o es una anomalía consitutiva del sujeto?
Creemos que esto depende de muchas variantes. Pues al colocar a los especimenes en las mismas condiciones no asegura que sus estrategias sean las mismas; es más: en el mismo espécimen se presenta un amplio espectro de reacciones a distintos eventos (siendo algunas de ellas incluso contradictorias). Y es que, de hecho, cada espécimen es un sujeto particular, único.
¿Pueden tantas contradicciones trabajar en conjunto en una misma muestra?
El concepto de “locura” probablemente pueda variar entre definirse como un “estado” y ser parte constituyente del sujeto (pensamiento, comportamiento, personalidad, estructura…).
¿Una sola persona puede comportarse/procesar de manera tan disímil?
De hecho, no creemos tener las respuestas a estas preguntas (si algo hace esta muestra es plantear interrogantes), pero, justamente en ellas se vislumbra la condición experimental de la exposición: el público accederá a una particular forma de "observarnos", y nosotros los pondremos a prueba. Visitantes y artistas serán tanto analistas como analizados, investigadores e investigados.
No es una opinión sobre cierta condición en proceso de redefinirse ni una confesión: lo particular de esta muestra consistiría en que cada una de nosotras jugaría el papel del cazador de información (quien recolecta las muestras a incorporar para su propio beneficio) y de ser las víctimas inocentes de estos experimentos.
Analistas lógicos y enfermos mentales, científicos y ratas de laboratorio.
Michel Foucault le dedica el capítulo primero de su Historia de la locura en la época clásica. Considera que de todos los navíos novelescos o satíricos, “el Narrenschiff [en alemán] es el único que ha tenido una existencia real, ya que sí existieron estos barcos que transportaban de una ciudad a otra sus cargamentos de insensatos.”
Foucault cree posible que estas naves de locos hayan sido navíos de peregrinación, embarcaciones altamente simbólicas, que conducían locos en busca de razón . Para el filósofo francés el curioso sentido que posee la navegación de los locos y que le otorga, sin duda, su prestigio radica en que:
“Por una parte, prácticamente posee una eficacia indiscutible; confiar el loco a los marineros es evitar, seguramente, que el insensato merodee indefinidamente bajo los muros de la ciudad, asegurarse de que irá lejos y volverlo prisionero de su misma partida… Hacia el otro mundo es adonde parte el loco en su loca barquilla; es del otro mundo de donde viene cuando desembarca. La navegación del loco es, a la vez, distribución rigurosa y tránsito absoluto” . Así, como los marineros de antaño, hoy en día es la medicina y los avances científicos los que guían a este barco, haciéndonos prisioneras de los fármacos establecidos y normados por ellos y por el mundo contemporáneo en donde la veracidad se com-prueba.
Distribución rigurosa y tránsito absoluto; ambos, la búsqueda compulsiva de un orden y el caos implícito en toda transición (el cambio implica un momento de desorganización/desorden) están presente tanto en el viaje de nuestras vidas (retratadas en nuestro arte y nuestras historias clínicas). Al igual que en el viaje, en la muestra que nos convoca, Stultifera Navis, el espectador se iniciará como un observador, pero, al final de su camino –en la misma galería– participará e interactuará con nuestra "obra" o la de nuestro alter-ego, el terapeuta.
Stultífera Navis está dividida en dos partes: In Situ e In Vitro. Definimos In Situ como el sector “abierto”, indómito, salvaje, incontrolado, peligroso, amenazante. Un lugar que es re-contextualizado por el observador-espectador para servirle de visión vívida de la experiencia del espécimen, ad naturalis, pero que, a manera de laboratorio, sólo podrá mirar desde fuera, ya que la particularidad de este sector es que el artista será libre sólo en el medio parametrado y definido por el “terapeuta” (el espectador se limita a ser tan sólo eso, quien observa, no participa). El terapeuta es el alter-ego/fusión de Paola Torres y Rossana Mercado, quien controlará toda la muestra con excepción de los pequeños reductos en donde la expresividad del artista/paciente fluye sin control: las obras de arte.
Por otro lado, aplicaremos el término In Vitro para designar un espacio controlado, medido, cuantificado, cualificado, cifrado, experimental. Aquí es donde el científico controla los parámetros de interacción, de acción, etc. El observador no es tan sólo espectador, sino es espécimen (acotando al carácter humorístico de la muestra). Se convierte en partícipe; ya no mira solamente, sino que es directamente afectado por los objetos/espacios dentro de los cuales se le incluye. Partiendo del método inductivo notaremos como se diferencian las estrategias de vida de acuerdo a los caracteres y eventos en cada locación, es decir, buscamos explícitamente la reacción del público para nuestra propia “investigación”.
También siendo un relato autobiográfico de cuatro artistas/pacientes/especimenes que siempre han creado en base a sus propias experiencias y a sus percepciones, asumiéndose en lo particular de su visión, es confesional; un testimonio en donde son conscientes de la subjetividad inherente en cada una de sus obras y de que, al crear, son movidos por la necesidad de hacerlo. Ya sea como escape al pintarse una realidad alterna, como método de expresión, como huella de algún evento significativo en nuestras vidas…
Cada uno de nosotros podría dar una razón diferente sobre por qué tenemos que crear, pero estaríamos de acuerdo en que la motivación en sí es más instintiva que racional/analítica. Compartir esta necesidad que recubre al conflicto con compulsiones, las que aparecen en cada uno de nuestros diagnósticos psicopatológicos y nuestras obras, es de donde nace la idea de exponernos mientras nos exponemos a ser sujetos de estudio, en una suerte de venganza. El espectador/investigador entraría a nuestro “tubo de ensayo” que se convertiría en la jaula traslúcida que nosotros colocamos para poder observarlos.
¿Es la locura un estado o es una anomalía consitutiva del sujeto?
Creemos que esto depende de muchas variantes. Pues al colocar a los especimenes en las mismas condiciones no asegura que sus estrategias sean las mismas; es más: en el mismo espécimen se presenta un amplio espectro de reacciones a distintos eventos (siendo algunas de ellas incluso contradictorias). Y es que, de hecho, cada espécimen es un sujeto particular, único.
¿Pueden tantas contradicciones trabajar en conjunto en una misma muestra?
El concepto de “locura” probablemente pueda variar entre definirse como un “estado” y ser parte constituyente del sujeto (pensamiento, comportamiento, personalidad, estructura…).
¿Una sola persona puede comportarse/procesar de manera tan disímil?
De hecho, no creemos tener las respuestas a estas preguntas (si algo hace esta muestra es plantear interrogantes), pero, justamente en ellas se vislumbra la condición experimental de la exposición: el público accederá a una particular forma de "observarnos", y nosotros los pondremos a prueba. Visitantes y artistas serán tanto analistas como analizados, investigadores e investigados.
No es una opinión sobre cierta condición en proceso de redefinirse ni una confesión: lo particular de esta muestra consistiría en que cada una de nosotras jugaría el papel del cazador de información (quien recolecta las muestras a incorporar para su propio beneficio) y de ser las víctimas inocentes de estos experimentos.
Analistas lógicos y enfermos mentales, científicos y ratas de laboratorio.
Paola Torres/Rossana Mercado
Niveles de lectura de la muestra:
-Confesional/Vivencial: todo lo que relatamos es "auténtico" en el sentido que no han sido hechas precisamente para esta exposición, tanto los cuadros como las historias clínicas, que hablan directa o indirectamente sobre nuestras vidas. Más bien, los hemos recopilado desde las épocas más "turbias" de nuestra experiencia personal y es hoy que los mostramos.
-Estético/conceptual: haciendo referencia a la Historia del Arte, enfrentando el arte tradicional/bidimensional con el interactivo/espacio-temporal. Al ver un cuadro, originalmente, el espectador reaccionaba; ahora, los introducimos a ambientes que reaccionan a su presencia y acciones.
-Crítico: indirectamente cuestionamos los criterios de validez imperante en las ciencias y la tendencia a la clasificación por la necesidad de encontrar "leyes que permitan predecir los eventos y las conductas", y así, al poder omnipotente de la razón para comprender al mundo que nos rodea y a nosotras mismas (situación que se ve desde Descartes hasta nuestros días, cuando esperamos que encontraremos la cura a todas las enfermedades y la solución a los problemas que nos amenazan como especie: la destrucción del planeta, el consumo indiscriminado de recursos naturales no renovables, etc.)
Lacan dijo:
“El animal tiene una representación adecuada del objeto. Al hombre se le plantea de continuo el problema de la verdad, precisamente porque puede engañarse.”
¿Qué sucede si los experimentos que utilizamos día a día como comprobación de la veracidad de nuestras hipótesis solo sirven para encontrar la respuesta que buscábamos, y no para realmente "reflejar" la realidad?
(Curiosamente, tal pensamiento nos llevaría a dudar de todo lo que percibimos. Y esto es la base de la patología paranoide.)
-Experimental: Cada uno de los cuartos en donde el otrora espectador ingresa, “reaccionara” a su presencia (como los cuartos del “oído” y de la “visión” que tienen sensores) o podrá manipular lo que se encuentra dentro (tacto) o sus contenidos se convertirán en los contenidos del mismo visitante (comerá en el del gusto; olerá en el del olfato: en ambos casos, ya sean partículas de olor o de alimento, “pedazos” de la muestra ingresarán a su organismo).
Sin embargo, va mas allá: como en los experimentos del “condicionamiento aversivo” de Bechterev * [ver abajo], los visitantes irán aprendiendo, mediante la sobreestimulacion, a comportarse de manera especifica; por ejemplo, tanto en los cuartos del “oído” y de la “visión”, los sensores sólo activarán el sonido (en el caso del primero: muy desagradable) y una luz cegadora cuando el visitante se mueva. Si se está quieto, no se activarán dichos sistemas. Así, el visitante se verá en la encrucijada de proseguir con su visita con el temor de que algo incomodo le suceda, si bien será enfrentado con la tan particular característica humana (la causa por la cual hemos "avanzado" en el ámbito del conocimiento): la curiosidad.
-Analítico: Quien funge de curador en esta muestra es el llamado "terapeuta". Un Alter-ego que es la fusión de Paola Torres y Rossana Mercado, es quien ha recopilado las diferentes pruebas a mostrar al público y quien ha diseñado la estructura para experimentar con los visitantes. El pretende comprobar la hipótesis de que, de una manera u otra, todos estamos programados para reaccionar de tal o cual manera ante X estímulos, y dicha programación esta dada básicamente por el ámbito social. Es mas, quiere demostrar que el trauma (ya patología) se da por, básicamente, dos razones: la sobreestimulacion sensorial que causa rechazo (por un displacer demasiado intenso) y por la reacción del entorno social ante un sujeto con experiencias (ya sea vivencias o formas de lidiar con ellas) disímiles a la de la mayoría, quienes tienden a marginarlo y a tacharlo como “enfermo” y/o “anormal”.
Consideramos que el arte ha “evolucionado” de ser exclusivamente estético para fusionarse con otros ámbitos, muchas veces, hasta relacionados con la ciencia (arte generativo, por ejemplo).
Lo particular de esta muestra es que intenta ser tanto un proyecto de investigación (en tanto nace de hipótesis que el “terapeuta” maneja) como una exposición de arte (en una galería, muy tradicional) y va mas allá, pues desestabiliza los mismos criterios de clasificación que, entre otras cosas, separaron originalmente en sectores aparentemente irreconciliables: el arte y la ciencia.
Paola Torres
-Estético/conceptual: haciendo referencia a la Historia del Arte, enfrentando el arte tradicional/bidimensional con el interactivo/espacio-temporal. Al ver un cuadro, originalmente, el espectador reaccionaba; ahora, los introducimos a ambientes que reaccionan a su presencia y acciones.
-Crítico: indirectamente cuestionamos los criterios de validez imperante en las ciencias y la tendencia a la clasificación por la necesidad de encontrar "leyes que permitan predecir los eventos y las conductas", y así, al poder omnipotente de la razón para comprender al mundo que nos rodea y a nosotras mismas (situación que se ve desde Descartes hasta nuestros días, cuando esperamos que encontraremos la cura a todas las enfermedades y la solución a los problemas que nos amenazan como especie: la destrucción del planeta, el consumo indiscriminado de recursos naturales no renovables, etc.)
Lacan dijo:
“El animal tiene una representación adecuada del objeto. Al hombre se le plantea de continuo el problema de la verdad, precisamente porque puede engañarse.”
¿Qué sucede si los experimentos que utilizamos día a día como comprobación de la veracidad de nuestras hipótesis solo sirven para encontrar la respuesta que buscábamos, y no para realmente "reflejar" la realidad?
(Curiosamente, tal pensamiento nos llevaría a dudar de todo lo que percibimos. Y esto es la base de la patología paranoide.)
-Experimental: Cada uno de los cuartos en donde el otrora espectador ingresa, “reaccionara” a su presencia (como los cuartos del “oído” y de la “visión” que tienen sensores) o podrá manipular lo que se encuentra dentro (tacto) o sus contenidos se convertirán en los contenidos del mismo visitante (comerá en el del gusto; olerá en el del olfato: en ambos casos, ya sean partículas de olor o de alimento, “pedazos” de la muestra ingresarán a su organismo).
Sin embargo, va mas allá: como en los experimentos del “condicionamiento aversivo” de Bechterev * [ver abajo], los visitantes irán aprendiendo, mediante la sobreestimulacion, a comportarse de manera especifica; por ejemplo, tanto en los cuartos del “oído” y de la “visión”, los sensores sólo activarán el sonido (en el caso del primero: muy desagradable) y una luz cegadora cuando el visitante se mueva. Si se está quieto, no se activarán dichos sistemas. Así, el visitante se verá en la encrucijada de proseguir con su visita con el temor de que algo incomodo le suceda, si bien será enfrentado con la tan particular característica humana (la causa por la cual hemos "avanzado" en el ámbito del conocimiento): la curiosidad.
-Analítico: Quien funge de curador en esta muestra es el llamado "terapeuta". Un Alter-ego que es la fusión de Paola Torres y Rossana Mercado, es quien ha recopilado las diferentes pruebas a mostrar al público y quien ha diseñado la estructura para experimentar con los visitantes. El pretende comprobar la hipótesis de que, de una manera u otra, todos estamos programados para reaccionar de tal o cual manera ante X estímulos, y dicha programación esta dada básicamente por el ámbito social. Es mas, quiere demostrar que el trauma (ya patología) se da por, básicamente, dos razones: la sobreestimulacion sensorial que causa rechazo (por un displacer demasiado intenso) y por la reacción del entorno social ante un sujeto con experiencias (ya sea vivencias o formas de lidiar con ellas) disímiles a la de la mayoría, quienes tienden a marginarlo y a tacharlo como “enfermo” y/o “anormal”.
Consideramos que el arte ha “evolucionado” de ser exclusivamente estético para fusionarse con otros ámbitos, muchas veces, hasta relacionados con la ciencia (arte generativo, por ejemplo).
Lo particular de esta muestra es que intenta ser tanto un proyecto de investigación (en tanto nace de hipótesis que el “terapeuta” maneja) como una exposición de arte (en una galería, muy tradicional) y va mas allá, pues desestabiliza los mismos criterios de clasificación que, entre otras cosas, separaron originalmente en sectores aparentemente irreconciliables: el arte y la ciencia.
Paola Torres